Citizenfour o el “no tengo tiempo para estas tonterías”

Este viernes se estrenó en España el documental titulado: “Citizenfour”, acerca de las revelaciones de Snowden.

Hacía mucho tiempo que le seguía la pista a este documental, me interesé por él mucho antes de que se estrenara en los cines del mundo, que como bien sabéis en el séptimo arte, es habitual que tal estreno se produzca de manera escalonada.

Pues bien, al enterarme que finalmente iba a estar disponible en nuestro país el viernes 3 de Abril, me acomodé la corbata, me até bien los zapatos y me dispuse a conseguir mi entrada. ¡Bingo!

No voy a entrar en detalles acerca del documental en sí, que cada uno decida por sí mismo si le merece la pena invertir parte de su valioso tiempo en ir al cine. Lo que sí que quiero comentar, son las consecuencias que se derivan de las revelaciones del analista. Cuando en mi circulo comento el tema de la privacidad -Algo que creo a todos debe importarnos- siempre se me responde de la misma forma, expresiones del tipo: “No tengo nada de qué avergonzarme”, “Si me espían… ¿Qué? No encontrarán nada…”, “¿Quién va a querer vigilarnos a nosotros…?” o la que más me gusta: “No tengo tiempo para estas tonterías”.

Y es que es verdad, por mucho que nos duela a algunos, la mayor parte de la ciudadanía -Citizen- no es ya que no disponga del tiempo para pararse a pensar en la información que deja expuesta a merced de cualquier mirón del muro de Facebook, es que a la mayoría, hablando mal y pronto, se la trae al pairo. Y si no me creéis, preguntaros a cuántas personas conocéis que utilicen Facebook, Twitter, Instagram como herramienta para mostrar a sus amigos y familiares las fotos de el/la bebé/boda/viaje/comida/gato… No puedo sino preguntarme que pensará el futuro hombre/mujer cuando descubra que fotos suyas de cuando andaba a gatas están almacenadas en algún servidor de ultramar.

Y no sólo hablo de temas meramente naive, mucha gente no duda en remarcar en tales redes sociales cuándo y dónde se van de vacaciones, haciéndole la vida mucho más fácil a los ladrones y a las empresas de seguridad, que han visto el resurgir de sus negocios gracias a la negligencia de sus propios clientes. Todo muy loco.

Y es que si nos paramos a pensar, estamos observados, Orwell ya lo comentó en su novela 1984, y en esos tiempos se le tachó de loco, pero como siempre, amigos, la realidad supera a la ficción y hoy llegamos a ver gente con esparadrapo en la videocámara de su computadora, o con contraseñas más largas que un día sin pan, y nosotros pensamos que están locos… No amigos, los locos somos nosotros, los de las fotos de bebés en Facebook, los de los gatitos en Instagram, los que no tenemos tiempo para “estas tonterías”.