El principio del FIN

No. No voy a convertir este post en otro COVID-focused post. Tranquilos 😉 Hablo de la reciente noticia de que AMC y Universal se han puesto de acuerdo para acortar el tiempo transcurrido desde que una cinta se estrena en el cine hasta que esta está disponible en los servicios digitales.

Esta es una crónica de una muerte anunciada; no voy a engañaros, no tengo los datos reales de asistencia y facturación de las salas de cine ni a nivel estatal ni a nivel mundial, pero seguro que el negocio no goza de la misma salud que tenía hace 30, 20 o incluso 10 años. Y por si fuera poco a esta situación se le ha sumado la pandemia. Un desastre.

Los mejores años de las salas de cine ya han quedado atrás, y no parece que vayan a volver. Preguntas por ahí y sólo te contestan que “es para sociabilizar cuando vas con los amigos” o que “es la exucsa para comer palomitas”. La realidad es que nadie menciona el visionado de la película en sí; no pueden, porque objetivamente hablando, se trata de experiencia que no puede competir con el visionado que podemos realizar en casa.

Por poco más de 500 euros podemos disponer de un panel de gran calidad con gran resolución de imagen que nada tiene que envidiar a las pantallas de las salas. Es más, en cuanto a calidad de imagen estrictamente hablando, estas últimas salen tremendamente perjudicadas en la comparativa directa. ¡Y hay más! tu televisor tiene una característica que lo hace único en comparación con las pantallas y es su ubicación: está en tu casa. No importa lo cómodas que sean las butacas del cine, no son tan cómodas como tu sofá. A parte, el control de la reproducción es completamente nuestro, en la mayoría de servicios de video en demanda tenemos dos días completos para reproducir la película desde que empezamos a verla, esto es ideal porque puedes pausar a voluntad para ir al baño -o prepararte un Gin-Tonic, eso ya a tu criterio- y si te entra sueño… Continúas a la mañana siguiente.

Con todo y con eso, me entristece presenciar el ocaso de un modelo de negocio. Es triste, y más cuando en el periodo en el que estamos supone un incremento de trabajadores que muy posiblemente pierdan su empleo. El renovarse o morir cobra aquí más sentido que nunca. Ojalá que las salas de cine se puedan convertir sin problemas en salas de teatro y conciertos, tal vez así mantengan su viabilidad.

THE END.